lunes, 4 de febrero de 2013

Marketing, puro marketing.


El marketing político

En el día de hoy prefiero no hablar de cifras, si de motivaciones y prioridades. Como comentamos en la nota anterior, creo que nos encontramos en un punto de inflexión en la historia argentina, y por ende en el mapa político contemporáneo.
Es una parte de la historia, en donde la sociedad se ve obligada a amigarse con la política, son años de debate, de discusiones, de abrir los ojos.
Pienso que, y repito, es mi humilde opinión, vivimos en una etapa en donde se cayeron las caretas. Al parecer Clarín, no es un simple diario, con objetivos de informar honestamente y apolíticamente, todos y creo que todos, desde oficialistas a opositores, sabemos hoy por hoy que es un diario y un multimedios con intereses que defender, intereses económicos obviamente, terminamos, enhorabuena, con esa imagen inocente y patriótica con la que mirábamos a los medios de comunicación, para pasar a mirarlos como empresas, y por que no, como un poder influyente en la realidad argentina. Esto no es nuevo, claro que no, estas empresas vienen imponiendo la agenda política hace muchos años, ellos saben que cuentan con ese poder y los políticos también, faltaba que la sociedad como conjunto abriera los ojos y pensara dos veces antes de pedirle cualquier diario al canillita amigo, o que pensará que radio quería sintonizar o que noticiero informativo escuchar, creerle y crear una fidelidad. Nadie se puede hacer el distraído ahora, nadie puede decir que no se le avisó. Desde la ley de servicios de comunicación audiovisual, y el debate que esta acarreó, todos nos debimos informar, por distintos métodos y canales, que era lo que se discutía y que se ponía en juego.
Lo mismo ocurrió con la política, la polarización nos ha obligado a eso, a tomar una postura o quedar fuera del debate, los argentinos somos muy partidarios de la política, quizás por la cantidad de años en donde esta fue una mala palabra, o quizás por interés y participación, todos queremos hablar de política, es un tema de conversación reiterado, tanto en bares, como en mesas familiares, todos queremos saber que es lo que pasa con nuestro país, como se conduce y las decisiones que se toman, fueron bastos años en donde las funcionarios jugaron con la ignorancia del pueblo y le hicieron creer que sus propios negocios eran para bien de la población, los resultados confirmaron lo contrario y los argentinos nos avivamos, nos avivamos a leer entre líneas, a desconfiar, por que no. Yo considero esto como algo positivo, si bien hay mucha gente que cree que la desconfianza es negativa, yo en el ámbito político la considero como algo benigno ¿Por qué acaso confiar en alguien que no conocemos, que aparece de la nada a decirnos que está capacitado para conducir NUESTRO país?
La desconfianza hace que nos informemos, que pensemos las cosas más detenidamente, que pensemos bien que boleta vamos a meter en la urna, que analicemos, que escuchemos, que discutamos. Ojala viviéramos en un mundo en donde se pudiese confiar en cualquiera, y que la honestidad sea llevada como bandera por la vida, pero lamentablemente no es así, ni en Argentina ni en ninguna parte del mundo.
La población quiere saber y toma partido, algunos son oficialistas y otros opositores. La neutralidad es tibia, es lavarse las manos, uno se opone a algo, o forma parte de algo, no creo que cuando se habla de política y de los intereses que esto supone, uno pueda decir “me da lo mismo”, por que incluso sus propios intereses están en juego y de una manera u otra hay que defenderlos, si de eso se trata, de defender los ideales y los intereses, los individualistas defienden los propios, pensando que cada uno debe salvarse como pueda sin importar que le pase al de al lado, y los socialistas, piensan en el bien de la sociedad en su conjunto. Hay dos posturas, y en la Argentina que corre la sociedad se va encolumnando en la que cree que es la más acertada, algunos protestan en grandes movilizaciones golpeando sus cacerolas y otros levantan sus banderas aplaudiendo al Gobierno. ¡Hay para todos los gustos señora!
Los políticos ven la realidad de la sociedad, y apuntan contra eso, cada uno se quiere vender de la mejor manera y hacer todo lo posible para levantar su imagen y para ser el más “comprado”. Lamentablemente mucha gente se deja engañar, dicen, que los argentinos somos los mejores publicitarios del mundo, es más, de todas partes del globo miles de jóvenes vienen a estudiar publicidad a nuestro país, le damos mucha importancia a la imagen, y los políticos de esto no se salvan. Cotizan muy alto las encuestas, y muy bajo el contenido. Ya no importa la militancia que uno traiga como experiencia para ocupar un cargo público, actualmente lo único que importa es “caer bien”, ser simpático, tener una linda sonrisa y ser creíble. ¡Ojo! Ser creíble no es lo mismo que ser honesto, ser honesto es un valor, y ser creíble es una habilidad que con el tiempo y con un buen asesor de imagen se va cosechando.
Esto último es un claro ejemplo de la estrategia política del PRO, un espacio más cuestionado que aplaudido, al ser un espacio nuevo, no cuenta con una militancia antigua ni con referentes políticos de basta trayectoria. Su Jefe y líder, Mauricio Macri, es conocido por las empresas del padre y por su trabajo como Presidente de uno de los clubes de fútbol más importantes del país, hasta el día de hoy no se conocen sus influencias políticas, no se sabe su ideología política específica, todo lo que sabemos es lo que podemos entender por sus políticas llevadas a cabo en la Capital Federal, sería un espacio de derecha liberal. Los que integran este espacio político tampoco se encuentran bien definidos, algunos son peronistas de derecha, otros liberales, algunos radicales conservadores y otros que apuntan a ser la cara visible, es decir, personajes con aceptación popular, pero que de política nada. Como es el caso de Miguel Del Sel, que desde mi postura cuestiono mucho su capacidad como cómico, y que su estructura política me parece lamentable, no solo vacía, sino lamentable. Una persona carente de ideas, recurre a los agravios, es la única arma que tiene para poder ser alguien en la vida y para aparecer en el mapa político contemporáneo, es lamentable, que para aumentar su popularidad tenga que llamar “vieja conchuda hija de puta” a la Presidenta de La Nación. Baldassi, fue llamado a integrar también las “filas amarillas”, el hermano de Ginobilli y ex futbolistas. Señores, puro marketing, están esperando que la gente compre esas caras, poniendo como prioridad la imagen antes que la política. ¿Acaso ya no importa ser una persona culta, la militancia en los barrios, los trabajos anteriores? Parece que no, por lo menos en este espacio político, que a toda costa se quiere convertir en el principal opositor al Gobierno actual.
Mucha gente se deja seducir por el marketing, quizás por falta de tiempo o por voluntad. Muy pocos se toman el trabajo de comprobar las tareas realizadas por los políticos, ellos esperan a que los gobiernos les acerquen datos, información sobre lo que están haciendo. Ahí, aparece en juego, el marketing más visible, llámese enormes y carísimos carteles publicitarios, con colores llamativos y la firma o el nombre de quien está realizando las obras, cada político cuenta con un color predilecto que se va a ver muy seguido en sus ciudades, o capitales a gobernar.
La mala noticia, es que esa publicidad, es abonado con fondos públicos, es decir; claro y sencillo, los políticos optan por tener una buena imagen y ser capaces de seguir un tiempo más en el mapa político social, antes que destinar esa plata a mayores obras o quizás a simple actos de enmienda con los sectores más vulnerables que aun habitan este país, y que no quieren publicidad, ni colores ni nada por el estilo, algunos solo quieren comer.
De esto último no se salva nadie, ni Cristina, ni Scioli, ni Macri, ni Binner, todos hacen lo posible para aparecer en la vida de los argentinos, ya sea por TV, por enormes carteles publicitarios o hasta en los partidos de fútbol, muchas veces se ven enormes banderas desplegadas por los propios hinchas apoyando un espacio político. A mi entender, si queremos un país serio, como sociedad deberíamos hacerles saber a los políticos que no nos interesa su publicidad, que no la compramos, que lo único que va a influenciar nuestro voto, es su capacidad para gestionar y sus obras como políticos, en definitiva para eso se los vota, para que gobiernen, no queremos Relaciones Públicas, gerentes de Marketing, o asesores de imagen. Queremos políticos, gente que se ocupe de lo que se tiene que ocupar, de enmendar los daños del pasado, de sacar a la gente que aun vive en la pobreza, de representar institucionalmente de la forma más correcta a los cuarenta millones de argentinos. De eso se trata, pero la responsabilidad la tenemos nosotros, los argentinos, los ciudadanos, mientras más votemos o elijamos a los que más grandes carteles tienen, a los que eligen el color más lindo o a los que en su espacio político cuentan con más “celebrities”, estamos perdidos.

Ya es hora, que se deje a un lado el marketing, y que volvamos a sentarnos en una mesa a hablar seriamente de política.


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