lunes, 21 de enero de 2013

Bendito sean los trenes.


Es de público conocimiento que el Gobierno Nacional, a través de sus políticas no ha podido sanear el descalabro y el deterioro del sistema de transporte nacional. Por una razón o por otra, en estos 10 años la realidad es que se viaja cada vez peor.
Concuerdo con aquellos que piensan que este Gobierno ha implementado muchas políticas sociales que han aumentado el bienestar de la población, llámese Asignación Universal por hijo, llámese Plan Pro Crear, llámese Conectar Igualdad y demás. Ahora, también concuerdo con aquellos que piensan que quedan muchas materias pendientes, y que no son detalles, sino políticas fundamentales para continuar con el crecimiento obtenido en estos 10 años a raíz del esfuerzo y del trabajo de todos los argentinos. Una de esas políticas fundamentales ausentes es la conectividad, no virtual, sino de transporte.
La Argentina es un país inmenso, gracias a Dios. Como todo país inmenso necesita estar bien conectada, ya sea para turismo o para satisfacer el comercio. La realidad es que hoy por hoy seguimos estando muy lejos de esa Argentina conectada.
Todavía padecemos las secuelas de la fiesta menemista, todavía no hemos podido ver la reconstrucción del país en ámbitos esenciales para sentirnos a gusto con nuestras vidas sociales.
Déjenme decirles, El Frente Para la Victoria en su potestad como oficialismo político encargado de la representación institucional en el Poder Ejecutivo y en el Poder Legislativo, en el último por mayoría parlamentaria, ha hecho poco y nada para la reconstrucción de una red de ferrocarriles que ha caído en decadencia desde su respectiva privatización y desde aquella tan vieja pero tan contemporánea amenaza, que hasta el día de hoy seguimos padeciendo; Ramal que para, ramal que cierra.
En mi opinión los subsidios otorgados por el Estado, fueron una decisión acertada, luego de una crisis abismal, como la vivida en el año 2001, creo que cualquiera concordara que luego de que hallamos sido estafados por el Gobierno de Fernando de la Rua, a cualquier ciudadano argentino con ingresos medios o bajos, le hubiese sido imposible abonar una tarifa real de cualquier transporte público.
A mi parecer, la idea de subsidiar el transporte público fue y ha sido positiva, pero falló notablemente en el control. Es verdad, los argentinos pagamos una tarifa relajada, pero al no controlar el manejo de esos subsidios, por parte del Gobierno, el medio de transporte en el que viajamos con esa tarifa subsidiada fue y es paupérrimo.
Muchos argentinos piensan y se confortan con la idea de que como el precio del servicio es bajo y accesible, el servicio en si no debería ser de una alta calidad y confort. Permítame decirle señor usuario, que se equivoca. En principio por una realidad muy básica, usted y yo abonamos esa tarifa baja, accesible y popular, es verdad. Pero también es verdad que el dinero que el Gobierno utiliza para subsidiar ese mismo pasaje también sale de nuestras contribuciones como ciudadanos. Es nuestro deber como argentinos reclamarle al Gobierno, en este caso el que hoy nos representa, un servicio de transporte público eficiente, seguro y confortable.
Así como salimos a la calle para aplaudir el pago de deuda al FMI, el rechazo al ALCA, la AUH, el matrimonio igualitario, la reestatización de Aerolíneas Argentinas, la recuperación de la mitad del paquete accionario de YPF, también deberíamos salir a la calle a reclamarle al Gobierno que maneje mejor y más eficazmente nuestros recursos en los aspectos descriptos anteriormente.
En mi calidad de ciudadano, creo firmemente que la única salida posible para evitar que todo empeore cada vez más en materia de transporte, es la reestatización de todos los medios de transporte, si señores; Lo que es del Estado, debe ser del Estado (Es decir, de todos los 40 millones de argentinos). No me conforta la idea de saber que mi dinero y el de todos los ciudadanos valla a parar a manos de personas como los dueños de TBA, responsables de la muerte de 51 argentinos no hace mucho tiempo atrás. Es inaudito que esta gente siga facturando con el esfuerzo de un país entero, es inaudito que paguemos millones de pesos en subsidios a gente que no es capaz de administrarlos, y que aún peor utiliza nuestra plata para satisfacer cuestiones personales. Es inaudito que un Ministro de Transporte de la Nación, diga desconocer el porque del robo al país por parte del Grupo Cirigliano.
Yo estoy de acuerdo, cuando escucho de parte de la Presidenta de la Nación decir que se la ha devuelto parte de la dignidad a los trabajadores, robada por Gobiernos anteriores, pero créame señora Presidenta, que aún hay que seguir devolviéndole la dignidad que le falta al trabajador, no basta con que este pueda vender su fuerza de trabajo y así sostener a una familia. Déjeme decirle, que a las seis de la mañana en el tren Sarmiento, Mitre o Belgrano, no se respira dignidad, se respira el tufillo de los negocios, se respira indignación, se respira también la idea de que en algún momento la cosa cambie, también se fantasea con esa idea; con la idea de que los talleres reabran, con que las estaciones abandonadas cobren vida, con que el interior vuelva a saludar a esas locomotoras ruidosas que lo visitaban, con que podamos viajar cómodos y seguros en un transporte que nos pertenece y que no debemos cansarnos de exigir, es nuestro, es de todos.

Yo en lo personal, y espero que usted que esta leyendo esto también, no se rinda, hasta que la bandera de “Ferrocarriles Argentinos” vuelva a ser izada en el país.
No nos ocultemos más, es hora de volver a hablar de política.

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